miércoles, 15 de diciembre de 2010

Deportados...

Nuestra estancia en Atenas fué una verdadera pesadilla... Empezando porque para encontrar el hotel al que íbamos caminamos horas bajo el sol, debido a que para variar había algúna protesta y las calles estaban intransitables por auto, así que el taxi nos dejó lejísimos del lugar.
Después de pasar una terrible noche por el incesante ruido de la calle,  salimos por la mañana temprano con la intención de visitar la Acrópolis . Max había sugerido que primero debíamos checar si necesitaríamos otra visa para entrar a Turquía, ya que al día siguiente regresábamos a Estambul para tomar el vuelo de regreso a casa. Yo no lo creí necesario, asumiendo que la que habíamos obtenido la primera vez sería válida. "Yo le expliqué al tipo de migración que teníamos que volver a entrar", dije. Ok, como quieras, vámonos a pasear entonces.


Subimos a la famosa ruina, muertos de calor, rodeados de miles de turistas tomando fotos (igual que nosotros), para encontrarnos con andamios por todas partes y cientos de trabajadores que restauraban algunas partes del templo.... Nos quedamos ahí el tiempo necesario para tomar la foto obligada y bajamos a la plaka a tomar una cerveza y disfrutar de una buena comida típica griega: dolmades, mousaka, tzatziki....
Caminamos por las calles atestadas también de turistas a pesar de que era Septiembre y se suponía que no habría tanta gente. No nos gustó Atenas. Demasiado tráfico, ruido, caos.
Según lo planeado, al día siguiente fuimos al aeropuerto y tomamos el avión de KLM que nos llevaría a Estambul, en donde los amigos que habíamos conocido en el viaje de ida nos esperaban para celebrar el cumpleaños de Max a la turca.
Aterrizamos, bajamos del avión y nos formamos para checar pasaportes en lo que parecía una escena de Twilight Zone. Al llegar con el oficial de migración vemos justo detrás de él al mismo terrorífico tipo de la vez pasada. Your visa is not valid. ¡Cómo que no es válida! Claro que sí. Ahí está la fecha, fíjese. One entry visa only. Qué cosa?
En ese momento cruzamos miradas el terrorífico y yo. No! Dijo en voz bastante alta. You need a new visa. ¿Cómo que otra visa? ¡Le dije que teníamos que volver a entrar para tomar el vuelo a nuestro país! I am sorry, you have to go back. ¿Cómo que de regreso? El hombre de migración llamó por radio para que detuvieran el despegue del avión de KLM que nos acababa de dejar e iba de vuelta a Atenas.

En ese momento Max empezó a ponerse morado. Temblaba. Casi le salía espuma de la boca. Wait here.
Otra vez.... Esperamos. Cálmate por favor Max, te va a hacer daño. Pensé que le daba un infarto.
Salió de nuevo el terrorífico oficial escoltado por otro que no daba tanto miedo, quien amablemente nos explicó que no podíamos entrar a Turquía. Debíamos tomar el mismo avión de regreso a Grecia y tramitar ahí nuestra visa. La mirada fulminante de nuestro viejo amigo de migración  era tan pavorosa que no nos atrevimos a decir ni una palabra más y nos dejamos guiar hasta la puerta del avión por su achichincle, quien prometió avisar a nuestros amigos turcos lo que sucedía. Por supuesto no lo hizo.
Antes de subirnos al avión, y a pesar de que estaba lleno de pasajeros que sólo nos esperaban a nosotros para poder partir, querían que firmáramos un papel en el que nos comprometíamos a pagar el vuelo que estábamos a punto de abordar. Max sufrió un ataque de ira. Perdió el control. Empezó a gritar que él no pagaba nada, que no tenía dinero y que no iba a pagar nada.
Las azafatas asustadas trataron de calmarlo y nos pidieron que abordaramos sin firmar el papelito. Le sirvieron un whiskey y otro hasta que por fín se calmó un poco. Te lo dije, que fueramos por la visa, te lo dije. Yo tenía tanto miedo que ya no contesté.
En el aeropuerto de Atenas, al bajar del avión, vimos un camion de policía y bromeamos entre nosotros, "mira, nos están esperando" jajaja. ¿Jajaja? ¡Sí nos estaban esperando! Como viles delincuentes nos quitaron los pasaportes y nos llevaron a una oficina dentro de las instalaciones. Ahí nos pidieron que esperáramos.
¿Y ahora? ¿Para qué nos trajeron aquí? Por fín, después de un rato nos hacen pasar a un privado con una oficial muy amable que hablaba perfecto inglés. Nos explicó que era responsabilidad de la línea aérea asegurarse de que los pasajeros tenían una visa vigente, y que por lo tanto no tendríamos que pagar el vuelo. Lo que les preocupaba era que Max había dicho que no teníamos dinero y se preguntában cómo haríamos para pasar el fín de semana en Grecia. ¿Eso es todo? ¡No hay problema! Podemos pagar nuestra estancia. Les mostré las tarjetas de crédito y nos dejaron salir libres por fín.

Era viernes a media noche. La embajada abría hasta el lunes. No queríamos amanecer en Atenas otra vez.

martes, 7 de diciembre de 2010

Santorini

Era 18 de septiembre, cumpleaños de Max, así que nos pusímos guapísimos y salimos a celebrar. Invité a Max y le dije que haríamos TODO lo que él quisiera esa noche, siempre y cuando pudieramos usar la tarjeta de crédito, porque no estábamos para despilfarros en efectivo...
Primero fuimos a ver el espectacular atardecer que ofrece esa isla desde un pequeño barecito en donde nos tomamos un par de copas de vino blanco de producción local, más que aceptable. Una vez que la noche estaba ya bien estrellada, salimos del bar y empezamos a caminar por las calles que dan a la Caldera, buscando un restaurante para cenar, que tuviera linda vista, buena comida, no demasiada gente... ¡Todos parecían iguales! Y en todos había alguien en la puerta tratando de llevarnos adentro.
He de decir que basta con que alguien intente "jalarme" a un lugar, para que yo salga disparada hacia el lado contrario. Así, no lográbamos encontrar en dónde cenar. Caminamos hacia arriba y hacia abajo un par de veces, hasta que al pasar frente al "Argo's" , en donde dos polacos trataban de hacernos entrar, Max decidió que "Aquí, aquí quiero cenar"... Era su cumple... yo había hecho una promesa, así que le contesté que ok, si aceptan mi tarjeta vamos.... En eso una voz desde adentro dice en español : "La dolorosa no es tan dolorosa".
Esto sí me hizo voltear. Busqué quién lo había dicho. Era un muchacho bastante guapo que sonreía dulcemente, con una mirada muy serena que me llamó la atención. Intercambiamos miradas, le sonreí y listo,  me convenció inmediatamente. Nos dijo su nombre, pero no lo entendimos. Nos llevó a una buena mesa, ordenamos dos copas de vino, nos sugirió probar los camarones y desapareció. No volvió a acercarse a nosotros.  De lejos, mientras cenábamos, Max lo vió atendiendo a otra mesa... Está guapo, míralo. Sí está guapo... Oh no! Tiene las orejas muy chistosas le dije. Terminamos la cena, pagamos la cuenta y empezamos a caminar de nuevo para encontrar un lugar en donde seguir celebrando.
Así llegamos a pararnos justo frente a la puerta del "Tropical". El ULTIMO lugar al que hubiera pensado entrar en Grecia sería uno con ese nombre; sin embargo, una vez más, Max era el festejado y por lo tanto quien decidía. Entramos.
El ambiente era muy agradable. Buena música, gente bonita. Lo estábamos pasando lindo. Seguíamos con vinito blanco. Conversábamos a gritos y bailabamos muertos de risa Max y yo, cuando se me acerca un hombre hermosísimo a hacerme plática. Se llamaba Niko, era griego y trabajaba en ese lugar, pero era su día de descanso. Hizo que nos trajeran "shots" the hagermeister y por supuesto después de una hora yo ya veía doble.
Me invitó a salir con él de ahí. En el camino a la puerta, ví al muchacho del restaurante sentado solito. Me saludó con la mano y le respondí. Niko y yo salimos de la mano.
Los siguientes eventos de la noche distan mucho de haber sido agradables. Sólo habíamos dado unos pasos al aire libre cuando supe que estaba en problemas.
Normalmente yo no bebo y esa noche ya llevaba varias horas ingiriendo alcohol, además de que había mezclado el vino con los "shots". Vagamente recuerdo que llegamos a otro bar. Tan pronto entramos corrí al baño y vomité la cena completa. Me ví al espejo y había dos o tres mujeres idénticas a mí en él, viéndome con los ojos perdidos. Estaba totalmente ebria.  ¡No podía seguir la "cita" en esas condiciones!
Me compuse lo más que pude, salí del baño y le pedí a mi nuevo amigo que me dejara en mi  hotel. Se puso furioso.... Pero me llevó. Prácticamente me aventó en la puerta y se fué. Otro tipo nefasto, pensé. Max no había llegado.
Cuando amaneció, Max ya estaba ahí, despertándome porque teníamos que tomar el barco a Atenas. No sé cómo me levanté. La resaca me estaba matando. Metí mis cosas en la mochila y dejamos el hotel. Ya en el barco empecé a recordar la noche anterior....Max me ayudó a completar algunos detalles que había olvidado completamente... Yo me sentía fatal con el papelón que había hecho con el griego, además de que su conducta me confirmaba que los hombres eran un asco.
Entonces mi querido compañero de viaje me platicó que cuando salí del Tropical, él se encontró con el chico del restaurante, quien le preguntó por su esposa, pensando que Max y yo eramos recién casados de luna de miel, como tantas parejas en esa isla. ¿Mi esposa? ¡No! Somos amigos. Yo soy gay. ¡Qué sorpresa!,  Me encantó esa mujer. Te la presentaría con mucho gusto, pero nos vamos mañana y ahorita ya se me perdió. Dice Max que le contó que ya no quería seguir saliendo con mujeres diferentes cada noche, que estaba buscando a una mujer para formar una pareja y asentar cabeza. No era griego. También le contó eso. La verdad pensé que el chavo le había dicho eso a mi amigo para dejarle claro que era totalmente heterosexual...Pero la idea de haberle gustado me encantaba, no lo niego.
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El resto del viaje dormimos. Llevábamos varias noches de desvelo y estábamos muertos. Al despertar estábamos ya en Piraeus.

martes, 30 de noviembre de 2010

Nostalgia

De regreso de la casa de la virgen, al llegar a la posada en que nos alojábamos, vimos a la señora que nos atendía moviendo los brazos y con la cara desencajada. "America caput!" decía. ¿Qué cosa? America caput! y nos llevó del brazo hasta ponernos frente a la televisión. La imágen de los aviones estrellándose en las torres en Nueva York. Espeluznante. Las noticias estaban en turco. No entendíamos nada. ¿Qué pasa? America caput!, repetía la pobre mujer y sollozaba. Fuímos al internet a buscar información en inglés o español. Así supimos del desastre. En todas partes parecía que alguien había apagado el radio. Como si el bullicio de pronto se extinguiera.
En esa atmósfera dejamos Turquía y nos embarcamos a Samos, nuestro primer destino en Grecia.

En Samos todo parecía un velorio. El shock del 11 de septiembre parecía habernos dejado a todos como en duelo. Sólo dormimos una noche ahí y nos fuimos a Mykonos.
Para cuando desembarcamos el ánimo ya había cambiado. Mykonos vive de fiesta. El ambiente es burbujeante y mundano. Playas nudistas repletas de hombres gay y por las noches más hermosos hombres gay en todas partes- Ah! y lindas parejas de luna-mieleros.Las dos noches que estuvimos ahí yo me fuí a dormir temprano y Max salió de fiesta. Yo no estaba de humor para salir.

Durante el día íbamos a la playa. Ya para entonces nuestra piel empezaba a tomar un adorable color chocolate.
En la tarde caminábamos por las callecitas, nos deteníamos a ver las vitrinas de las tiendas y más tiendas, nos reíamos de los pedantes vendedores que estaban hartos de los turistas. Tomábamos café helado y probábamos las delicias de la comida griega. Y los dos estabamos de acuerdo en que Mykonos era una isla para ir con tu pareja, con un amor...¡Es tan romántica! La nostalgia del amor me daba una tristeza profunda. Por eso no tenía ánimos de fiesta. Estábamos en uno de los lugares más hermosos del mundo y yo me sentía triste. No quería seguir sola. Eso me quedaba bien claro. Estaba lista para encontrar a mi amor.

domingo, 28 de noviembre de 2010

La Casa de la Virgen María

Por fín, después de mucho hacernos esperar en la sala de llegadas, entramos, separados, a hablar con un oficial de migración. El tipo terrorífico fingía no entender inglés, y después de hacerme llenar un cuestionario de 100 preguntas, nos dió visa para una sola entrada, a pesar de que le advertimos que teníamos que volver a Turquía después de visitar Grecia, para tomar el vuelo de regreso. No le importó.
La estancia en Turquía fué divertida y llena de experiencias totalmente distintas a nuestra vida cotidiana... Una noche, por ejemplo, el encargado del hotel nos invitó a salir a un lugar "para locales"...Llegamos a un establecimiento que parecía un edificio pequeño de apartamentos...entramos por una pequeña puerta, y adentro, todo un cabaret, con mesas ocupadas sólo por hombres turcos que disfrutaban del "show" de belly dancers, cantantes y un cómico que contaba chistes en turco. A la orilla de nuestra mesa un mesero abría botellitas de chmpagne una tras otra, que nadie bebía...Al lado, un señor ordenaba una botella del mejor cognac, la vertía en una palangana y le prendía fuego en honor a la bailarina que lo agasajaba...
De pronto, a mitad de la velada, se oye un portazo, se apaga la música y todo mundo se queda congelado...Nadie movía ni un dedo... Control policiaco. Podías sentir el pavor de la gente. Nadie se atrevía ni a parpadear. Hasta el bar man se quedó con la botella que estaba sirviendo en el aire...Checaron a algunas personas e inmediatamente vinieron a nuestra mesa..."Passport"....Lo dejamos en el hotel....Nuestro anfitrión se identificó y le explicó que eramos turistas hospedados con él y después de barrernos con una mirada de pistola se fué y la fiesta siguió como si nada...¡Y qué fiesta! Salimos de ahí cerca del medio dia!
También hicimos las visitas obligadas a las mezquitas y los bazares maravillándonos con su riqueza y cultura, distinguiendo los olores y sabores de Estambul, sus colores y matices y su gente.
Un día antes de salir de Estambul fuimos al hammam más antiguo de la ciudad a que nos dieran un buen baño turco...¡Qué placer!
Recorrimos varios kilómetros en un autobús por las carreteras de Turquía hasta llegar a Selcuk, en donde nos hospedó la tía de nuestro anfitrión en Estambul en una típica casa en la que nos preparaban los más deliciosos platillos caseros turcos.
En Selcuk caminamos, tomamos sol, conocimos Ephesus, y fuímos  a la casa de la virgen María. La señora que atendía la posada hizo que su hijo nos llevara en auto a conocer los alrededores, y fue así como dimos con la casa, porque no teníamos idea de que la virgen María había vivido precisamente en ese lugar.
Una linda y muy pequeña casita a la que cada año acuden miles de fieles a orar, a agradecer y a pedir un milagro. Nosotros hicimos lo mismo: prendimos una velita, oramos, agradecimos y pedimos nuestro milagro. Había que escribirlo en un papel y amarrarlo en un muro junto con todos los otros milagros. No teníamos con nosotros papel para escribir, así que usamos una servilleta. Y ahí quedó.
Max pidió su milagro. Yo pedí a mi pareja. Mi pedido leía así: "Alguien que me quiera como soy, que quiera a mis hijos, que sea trabajador, responsable y que no tenga vicios." Era el 11 de Septiembre de 2001.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La Visa Turca

Llegamos a Amsterdam y ahí nos estaba esperando una amiga de Max, Lula.
Lula es mexicana y vive allá desde hace más de 15 años. Resultó ser una mujer simpatiquísima, con quien es un placer pasar el tiempo fumando un porro y tomando un vino.
Lula nos llevó en un tour express por algunos "coffee shops" y otros lugares pintorescos de su ciudad. Sólo teníamos unas cuantas horas antes de salir a Estambul. En un momento de esa tarde, ibamos en el tren al aeropuerto y me acordé que en la bolsa traía una pastilla de X que alguien me había regalado para "algún momento especial".... Algo me dijo que debía deshacerme de ella. Sin pensarlo, se la dí a Lula.
Por fín volamos a Turquía y en el avión veníamos observando a una pareja de mexicanos ya mayores, encantadores por cierto, que hacían planes e itinerarios para sacar el mejor provecho de su viaje.
Nosotros, sintiéndonos muy mundanos, preferíamos no hacer planes....¡Jajaja! No teníamos idea de lo que nos esperaba....
Aterrizamos en Estambul y nos formamos para el control de pasaportes. En eso la pareja de mexicanos encantadores nos pregunta en dónde sacamos nuestra visa.... ¿Visa? ¿Qué visa? ¡Nosotros no sabíamos que necesitábamos visa!....Pero no hay problema. Allí, en ese pizarrón viene la lista de países y ahorita vemos cuánto cuesta y la compramos y listo. Claro Max, no te preocupes. ¡Somos Mexicanos! A nosotros nos quieren en todas partes. Ven.
¿Dónde está México? ¿Cómo que no está en la lista? ¿Cómo que en la lista de los países a los que NO se otorga visa al momento de llegar? Vamos a ver. No puede ser....Vamos a preguntar....¡Estoy segura de que podemos entrar! La línea aérea nos hubiera avisado, ¿no?
"Your Passport"......."where is your visa?"......
Y ahí empezó la tortura.....
"Step aside and wait there"....
Ahí estábamos, mi amigo querido y yo, parados solitos en un lado del salón de llegadas del aeropuerto de Estambul. No podía dejar de pensar en la pastilla que le había dado a Lula...."Midnight express" era lo mínimo que me pasaba por la mente.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Una historia de amor


Te voy a contar una historia que parece un cuento.... ¡pero es la verdad! Algunos nombres los he cambiado, pero los lugares y fechas son auténticas, así como los nombres de los protagonistas.

Estábamos en el año 2001, estrenando siglo y yo me sentía más sola que nunca. Acababa de terminar una "relación  imposible" que me había dejado exhausta y totalmente desilusionada del género masculino.

Por supuesto que seguía añorando la compañía de un amoroso hombre...pero había perdido la esperanza de encontrarlo. En dónde, pensaba, voy a encontrar a un hombre descente que me acepte con mi carácter y mis cuatro hijos?

En mis 6 años de divorcio había conocido a muchos hombres. El que no estaba casado, era gay, inhalaba coca, era alcohólico, jugador, mentiroso, celoso o mujeriego. También  había el que parecía sanito y perfecto y resultó neurótico y decidido a "educarme"....Tampoco.

En fín, que me había dado por vencida.

En eso estaba cuando mi amigo del alma, Max,  me comenta que se vá de verano a Grecia y a Turquía....Pues yo me voy contigo. Ya estás.
Sin permiso del trabajo y casi sin dinero, pero yo sabía que tenía que hacer ese viaje. Y nos fuímos.
La primera escala fué en Amsterdam.